Un público, literalmente, apiñado plenó la primera función de Gilberto Santa Rosa en Caracas, en lo que se ha denominado la gira de reencuentro del salsero con el país.
La carpa del Eurobuilding no fue que se hizo insuficiente para recibir a los fans del cantante, sino que la disposición de las mesas -en semicírculofue tan terrible que las sillas de una mesa terminaban encima de la contigua.
Hubo gente que, por su ubicación, tuvo que ver el espectáculo en una de las pantallas gigantes, por cuanto en vivo resultaba misión más que imposible. Otros, corrieron con peor suerte. No sólo no lo veían, sino que tampoco lo escuchaban, ya que el sonido fue dirigido sólo hacia el centro del salón, por lo que los laterales escuchaban mal y por rebote.
Al margen de esto, "El Caballero de la salsa" se mostró como en sus viejos tiempos (conversador, con su rato de humor y de descargas), contrario a lo que fue su última actuación en el Poliedro hace tres años cuando fue muy distante.
Un montón de estrellas fue el tema que dio inicio a la fiesta salsera, en la que también sonaron temas como Y te amaré, Yo no te pido, Me volvieron a hablar de ella, Te propongo, Conciencia, Si los hombres han llegado hasta la luna, Perdóname y Que alguien me diga -que cerró el show-, entre muchas otras.
Momento especial se vivió cuando comenzó a cantar Caballo Viejo, al tiempo que sonaba un cuatro al fondo. Inmediatamente, llamó a escena a Rafael "El Pollo" Brito y juntos homenajearon a Simón Díaz.
Santa Rosa se fue un momento al fondo de la tarima y El Pollo, cuatro en mano, comenzó a salsear una peculiar versión de Una casa bella para ti. Sin dejar el ritmo, salió el boricua y juntos hicieron "una de mis canciones que él se medio sabe", dijo y a continuación sonó Yo la agarro bajando.
El público premió de pie y con una fuerte ovación a ambos intérpretes.
El Pollo no fue el único artista nacional presente. C4 Trío abrió con una excelente selección, dejándole el camino libre a Vocal Song. Los maracuchos estuvieron a la altura del compromiso.
Déjate querer fue el tema que marcó la salida de lo que Winston Vallenilla -el animador de la velada- llamó la fiesta salsera en familia.
La carpa del Eurobuilding no fue que se hizo insuficiente para recibir a los fans del cantante, sino que la disposición de las mesas -en semicírculofue tan terrible que las sillas de una mesa terminaban encima de la contigua.
Hubo gente que, por su ubicación, tuvo que ver el espectáculo en una de las pantallas gigantes, por cuanto en vivo resultaba misión más que imposible. Otros, corrieron con peor suerte. No sólo no lo veían, sino que tampoco lo escuchaban, ya que el sonido fue dirigido sólo hacia el centro del salón, por lo que los laterales escuchaban mal y por rebote.
Al margen de esto, "El Caballero de la salsa" se mostró como en sus viejos tiempos (conversador, con su rato de humor y de descargas), contrario a lo que fue su última actuación en el Poliedro hace tres años cuando fue muy distante.
Un montón de estrellas fue el tema que dio inicio a la fiesta salsera, en la que también sonaron temas como Y te amaré, Yo no te pido, Me volvieron a hablar de ella, Te propongo, Conciencia, Si los hombres han llegado hasta la luna, Perdóname y Que alguien me diga -que cerró el show-, entre muchas otras.
Momento especial se vivió cuando comenzó a cantar Caballo Viejo, al tiempo que sonaba un cuatro al fondo. Inmediatamente, llamó a escena a Rafael "El Pollo" Brito y juntos homenajearon a Simón Díaz.
Santa Rosa se fue un momento al fondo de la tarima y El Pollo, cuatro en mano, comenzó a salsear una peculiar versión de Una casa bella para ti. Sin dejar el ritmo, salió el boricua y juntos hicieron "una de mis canciones que él se medio sabe", dijo y a continuación sonó Yo la agarro bajando.
El público premió de pie y con una fuerte ovación a ambos intérpretes.
El Pollo no fue el único artista nacional presente. C4 Trío abrió con una excelente selección, dejándole el camino libre a Vocal Song. Los maracuchos estuvieron a la altura del compromiso.
Déjate querer fue el tema que marcó la salida de lo que Winston Vallenilla -el animador de la velada- llamó la fiesta salsera en familia.
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