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Un reloj virtual se proyecta en la gigantesca pantalla del escenario marcando tres minutos para el inicio del esperado espectáculo. El conteo regresivo coreado por un público que aclama a gritos la llegada de los artistas, se coloca en cero.

Un sórdido chillido estremece todos los rincones del Palacio de los Deportes, mientras aparecen, como por arte de magia, los soneros puertorriqueños más queridos de todos los tiempos.

Gilberto Santa Rosa por un lado, Víctor Manuelle por el otro; la algarabía de los asistentes, sobre todo de las mujeres al ver a estos galanes, se adueña del lugar y de inmediato empieza el concierto “La historia continúa”.

Con una presentación cantada a ritmo de salsa, este dúo puertorriqueño logró desde ese momento una extraordinaria conexión con el público que se mantendría durante toda la noche.

A manera de intervalos, continuaron cantando, primero Gilberto y luego Víctor Manuelle. Éxitos como “La conciencia”, “Así es la mujer que amo”, “Bajo las estrellas”, y “Se me rompe el alma”, constituyeron el “opening” del concierto que, a juzgar de muchos si no fue el mejor concierto del año, se sitúa en uno de los mejores.

Víctor Manuelle, joven, elegante, vestido con un traje gris, cantó “Tú volverás”, y robó más de un suspiro a las chicas inquietas que clamaban por tenerlo cerca.

Las de VIP alzaban sus brazos para conseguir, al menos, que él les estrechara las manos, otras en cambio, desde un área más distante saltaban de emoción entregando desde lejos su corazón y admiración por el artista.

Pero Gilberto Santa Rosa no se quedó atrás, con su “Vino tinto”, demostró que la madurez es su mejor carta de presentación, y que no sólo estremece con su presencia a las mujeres adultas, sino también las más jovencitas caen rendidas a sus pies.

EL TURNO DE RAFELY ROSARIO
Rafely Rosario demostró que cuenta con la madurez artística y el respaldo del público para abrir un concierto. Inició su presentación con el tema “La camisa negra”, la cual fue bien recibida por los asistentes, quienes cantaron y bailaron desde que subió a la tarima. A esta canción le sucedieron otras cuatro.

Rafely aprovechó el momento para saludar a su padre Rafa Rosario, quien pasó inadvertido entre la multitud hasta que su hijo pidió un fuerte aplauso para él.

Un toque juvenil, unas fusiones de ritmos, y un carisma especial, hicieron de su participación un buen “opening”, -para lo que sería una noche histórica- haciendo uso de sus movimientos sensuales y provocativos para despertar la euforia y los gritos de las chicas que dejaron fluir sus emociones.

Momentos inolvidables
Entre los éxitos que integraron el repertorio de la noche estuvieron “Sufro, lloro”, “Vivir sin ella”, “Mentira”, y “Soledad”, canción compuesta por Víctor Manuelle, pero interpretada por Santarosa.

Además se escucharon los temas “Compréndeme”, “He tratado de olvidarte” y “Amor de madre”, dedicado a todas las madres dominicanas, “el tesoro más grande que nos volvemos a tener”, expresó el puertorriqueño Víctor Manuelle.

Pero sin duda una de las canciones más coreadas de la gran noche fue “Perdóname”, interpretada por El Caballero de la Salsa. La multitud en éxtasis cantaba al amor; los besos, abrazos y caricias de las parejas se confundían entre la muchedumbre, haciendo este momento mágico, memorable.

El concierto no fue sólo romance, los temas movidos dijeron presente animando al público, que permaneció de pie cerca de la mitad del concierto, al dar unos pasitos salseros desde sus respectivos lugares. Una que otra vueltecita, a pesar del tumulto, era lograda con satisfacción y suma destreza por las parejas de baile que se formaron de manera improvisada.

La banda musical dirigida por Ramón Sánchez lució magistral y en total afinidad con los artistas, demostrando la excelente química que había entre ellos.

Otros de los momentos inolvidables que se vivieron, fue la improvisación de “tiradera” con el tema “Quítate tu p’a ponerme yo”, al estilo de las Estrellas de Fania.

Como estos soneros conocen a la perfección la tierra que están visitando, y saben que el merengue es nuestro ritmo, le dieron vida a “La bilirrubina”, de Juan Luis Guerra, que fue recibida por todo lo alto. El público los acompañó a cantar, dejando que sus cuerpos se movieran al compás de estas contagiosas letras.

Los temas que sonaron durante toda la noche, demostraron que tanto Gilberto como Víctor Manuelle ponen su alma en cada interpretación.
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